Prisma, LA REVISTA PARA TODA LA FAMILIA
Volumen 26, Número 2, Marzo/Abril de 1998
¡Increíble pero Cierto!
Bruce era un niño estudioso, del frío estado norteamericano de Minnesota. Sus papás no aprobaban el creciente interés que mostró en aprender de la Biblia y en pasar tiempo con creyentes cristianos fervorosos. ¡Pocos pequeños como él querían dominar idiomas antiguos como el griego y el latín! Se extrañaron todavía más cuando Bruce dejó la universidad a los diecinueve años de edad y salió en un viaje de aventura a Sudamérica. ¿Qué sería de ese muchacho tan especial?
Años después, Bruce ha llegado a ser hombre multifacético que habla más de quince idiomas, ha dado un discurso en las Naciones Unidas y es casi una leyenda en Colombia. Cuenta entre sus amigos a los máximos líderes del país y también a los indígenas más primitivos. Es casi increíble la historia de cómo él llegó en 1962 a la temible tribu de los Motilones, un joven enfermo, herido, débil, y por esa razón lo cuidaron hasta que estuviera sano, cuando lo pensaban matar. Pero Dios tenía otros planos. Bruce logró escapar, sólo para llegar a ser más tarde el máximo amigo de los Motilones en toda su historia, integrándose en su lengua y cultura.
Cuando Bruce fue tomado cautivo de los guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) durante nueve meses entre 1988 y 1989, el mundo vio hasta qué grado habían sido cambiados los Motilones. Se unieron con las tribus Barí, Kuiba, Guahibo, Sáliva, Yuko, Tunebo y otras del nororiente colombiano, algo imposible en el pasado, para hacer una campaña por su liberación. Publicaron cartas abiertas en los periódicos y muchos editoriales y noticieros de televisión se maravillaron ante lo que estaba pasando. Al final de su secuestro Bruce fue condenado a morir fusilado, pero el comandante a última hora cambió las balas por cartuchos vacíos y después lo dejó libre. Y todo el esfuerzo del ELN por desestabilizar Colombia se esfumó porque muchos de sus miembros se convirtieron a Cristo por haber tenido a Bruce como su prisionero.
Actualmente, los Motilones siguen siendo hombres de la selva, pero con una gran diferencia. Existen ahora más de 60 escuelas donde se enseña en 18 distintos idiomas tribales además del español. Bruce ha logrado la creación de una reserva de territorio en perpetuidad, 630,000 hectáreas cuadradas de tierra para los Motilones Barí; ya no habrá invasores que traten de quitarles su lugar. Centenares de Motilones se han graduado de escuelas profesionales, pero han regresado a la tribu. Existen más de 50 centros de salud, 42 centros de agricultura, todo dentro de su región en la jungla. Y algunos de los indígenas hasta han logrado puestos políticos por primera vez en la historia de Colombia.
Lo que ha sucedido entre los Motilones no tiene paralelo en la historia de ningún país. En una ocasión el presidente colombiano comentó con el indígena Arabadoyca: “Esto realmente es desarrollo en respuesta a las necesidades de la comunidad”.
Pero Arabadoyca sabía que no era la medicina preventiva ni la agricultura tropical que había producido entendimiento y coexistencia entre las tribus. Respondió al presidente: “Es porque nuestra tribu camina ahora en las pisadas de un líder nuevo”. Significaba que lo reconocían como máximo cacique.
El presidente dijo con una sonrisa: “Sí, de Bruce el misionero”.
“No, no”, aclaró Arabadoyca. “Es Saymaydodji-ibateraducura”.
“¿Quién?”
“Jesucristo”.
A final de cuentas, quien ha transformado estos colombianos no es un misionero rubio que actualmente sufre de tripanosomiasis cruzi crónica y que durante 38 años ha caminado al lado de los Motilones, ayudándoles a construir centros para su progreso hasta que ellos mismos han visto la necesidad, dándoles la palabra de Dios en su propio idioma, demostrando frente a ellos una fe viva. Jesucristo es quien ha hecho todo.