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Tomado de “Boletín Indigenista Venezolano”, Órgano de la Comisión Indigenista, Año IX - Tomo IX - Nos. 1-4, Caracas, 1964-1965
Páginas Nos. 99/101


¡Curiosidades desde Otro Punto de Vista!

Los Motilones, según Gerardo Reichel-Dolmatoff (1945), son antropófagos: “Ellos mismos me lo han confirmado varias veces, en distintas ocasiones y lugares, y se han interesado en saber si otras tribus también se ven obligados a comerse entre sí. Este canibalismo no es consecuencia de ninguna concepción mágica, sino que crece simplemente de la terrible falta de comida en ocasiones. Como presa los hombres escogen a una mujer sin familia que generalmente es una vieja o un inválido que impide los movimientos de la tribu. El plan se conviene secretamente entre los guerreros, quienes eligen a la víctima que luego rodean para asesinarla de un flechazo. El que dispara la flecha no debe tener ningún lazo de consanguinidad con la víctima, pero en la comida pueden tomar parte todos los de la familia. El canibalismo no implica ninguna fiesta ni regocijo. Al contrario, es una comida que se efectúa con gran sentimiento y tristeza”. Otras versiones merecen menos crédito, e inclusivo son tributarias de plena desconfianza, como la siguiente noticia publicada por “El Universal” de Caracas, de fecha 7 de noviembre de 1952, transmitida desde Maracaibo: “Los Motilones son antropófagos. La impresionante versión fue facilitada por los componentes de una comisión que se internó hace dos semanas en las selvas que bordean la Sierra y observaron cómo estos salvajes descuartizaban a una persona no identificada y después de asarla -al uso de la ternera'' se la comían, danzando alrededor de una hoguera, tal como se observa en las películas”.

A este respecto, Acosta Saignes (1954) escribe: En todo caso, nótese como en la misma descripción de Reichel hay la indicación de los antiguos cronistas de que el acto de la antropófaga es doliente y de que, además, no puede victimar al escogido ningún pariente consanguíneo. En verdad el ritual comienza por la escogencia, realizada por parte de los guerreros. La descripción, cualquiera se la causa inicial que impulsa a los Motilones, indica sin duda un ritual, semejante, por cierto, al que hemos visto descrito por los escritores de los siglos XV, XVII y XVcommentCounter. No sería imposible que la necesidad de alimento hubiese tendido a la conservación del antiguo canibalismo. Pero los Motilones, quienes han conservado sin duda el sacrificio de corazones y la preferencia por las extremidades, indudablemente practican siquiera parte del antiguo complejo antropofágico. ¿Cuáles causas originaron el canibalismo? Volhard ha observado que en realidad la porción del complejo que podemos conocer por las descripciones de los siglos recientes no representan sino la decadencia de muy antiguas formas, de las cuales no ha quedado memoria. Conocemos, sí, un hecho: la significación del ritual antropofágico. Aparte su significación de magia simpática, es decir, la ingestión de un ser dotado de muchas cualidades para adquirirlas, se comprueba la existencia de este canibalismo entre puebles agrícolas de escasa capacidad productiva. Fue originado o no el canibalismo en la necesidad biológica de consumir carnes o cloruros, la antropofagia aparece estrechamente unida a la incapacidad de abundante producción agrícola. Una ingenua observación de la naturaleza conduce a la conclusión de que el mejor fertilizante es el propio hombre, pues él es capaz de crear nuevos seres humanos. Su sangre y su carne resultan los seres más vivos, más fecundos, donde reside la vida mejor, el potencial mayor. Las potencias secretas de la fertilidad se han de sentir agradadas solo por la ofrenda del propio hombre, especialmente del esforzado, del valiente, del creador, del activo. Desaparece el canibalismo únicamente cuando la capacidad de producción de las sociedades y cuando sus conocimientos científicos, a la angustia. De los cultivadores inferiores. Puede conservarse tanto como entre los Motilones, cuando los pueblos resultan marginados, perseguidos. Cuando, para vivir, cerca de quienes poseen todos los medios técnicos que producen alimentos, han de errar, como fieras malignas, entre las selvas. Invocan a sus viejas deidades, tratan de movilizar las únicas fuerzas que imaginan propicias. Para ello, continúan siendo la ofrenda mejor el propio hombre. Ya Humboldt hacía observar que la antropofagia y la costumbre de los sacrificios humanos ligada frecuentemente a ella, se encuentra en todos partes del globo y entre pueblos y razas distintos; pero lo que más llama la atención en el estudio de la historia es ver que los sacrificios humanos se conservan en medio de una civilización bastante adelantada y que los pueblos que tienen a gala devorar los prisioneros, no son siempre los más embrutecidos y feroces.


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“El Universal”, de Caracas, 20-3-55, publicó unas declaraciones de un Superior Misionero Capuchino, de Colombia, el P. Vicente de Valencia, a su paso por La Guaira, de regreso de Europa, que hacen referencia a los Motilones; he aquí el texto: “No son tan guerreros como se cree. Sí escandalosos y desprecian la vida ajena. Diariamente, mueren cinco o seis. Se les encuentra asesinados después de largas borracheras de las noches y como son tan duros, tan reacios al amor, se extinguen rápidamente. Dentro de pocos años, de seguir las matanzas entre ellos, no quedará un motilón. Los Motilones, esas fieras de la fama, no son fieras. Borrachos, jugadores, cuenteros, chismosos. Se abrazan y luego se matan a puñaladas y tratan a las indias con desprecio”. Hemos reproducido estas “declaraciones”, tomándolas de “Venezuela Misionera”.

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